Hambre o ganas de comer

 

✔️ El hambre y las ganas de comer no es lo mismo

✔️ ¿Cuáles son los disparadores de las ganas de comer?

✔️ ¿Cómo se manifiestan?

✔️¿Cómo puedo manejar las ganas de comer?

 
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¿Te ha pasado que no sabes distinguir entre si realmente estás hambriento o solo es antojo?


1. El hambre y las ganas de comer no es lo mismo.

Es importante saber que son dos eventos diferentes que sufre el ser humano. El hambre es la necesidad fisiológica de ingerir alimentos para obtener nutrientes y energía. Es un proceso vital y es propio de nuestra capacidad de supervivencia. Por ello, cuando tenemos hambre cualquier alimento es bien recibido por nuestro paladar y por nuestro cerebro. Como dice el dicho popular: “No hay mejor comida que una buena hambre”.

Por otra parte, las ganas de comer es el deseo de ingerir alimentos como una forma de regular emociones, para experimentar placer o por condicionamiento cultural.

Digamos que las ganas de comer tienen más que ver con la mente y con el corazón y el hambre con el estómago.


2. ¿Cuáles son los disparadores de las ganas de comer?

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Los disparadores pueden ser las emociones, el deseo de experimentar placer o por condicionamiento cultural.

Las ganas de comer pueden aparecer porque hemos aprendido que comer es una forma de regular las emociones, es decir, conforme vamos creciendo vamos aprendiendo que podemos utilizar la comida para disminuir emociones desagradables o para prolongar emociones agradables. El problema de esto es que, si bien la comida alivia, muchas veces no es la forma más efectiva ni sana de gestionar las emociones. Si contamos con más recursos para poder gestionar nuestras emociones no vamos a abusar de la comida.

Experimentar placer es una necesidad biológica y psicológica, ya que activa el estado de relajación en el cuerpo que es necesario para pensar con claridad, para reparar y desintoxicar el cuerpo, descansar, disfrutar las experiencias y para vincularnos afectivamente.

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El placer está regulado por el circuito de recompensa en nuestro cuerpo y está dominado por una sustancia llamada dopamina.

Los alimentos que ingerimos, si nos gustan, liberan dopamina y con eso experimentamos placer. Hay otras actividades que tienen este efecto y nos hacen sentir bien, como por ejemplo hacer ejercicio, el contacto físico, escuchar música, bailar, pasear una mascota, etc. Para cada uno de nosotros será diferente, todo depende de los gustos que tengamos.

El que no cuentes con otras fuentes de placer o que vivas estresado o aburrido se convierten en disparadores de las ganas de comer. Tu cuerpo necesita sentir placer y si la única manera en la que lo obtienes es comiendo, se va a originar una dependencia de la comida con tendencia a abusar de ella.

Podemos sentir ganas de comer por condicionamientos culturales, es decir, hemos aprendido a relacionar un estímulo con la comida, como el cine con las palomitas, la oficina con el café y galletas, los amigos con el alcohol y las botanas. La buena noticia es que, así como aprendimos a asociar estos estímulos, podemos generar asociaciones más funcionales.


Las ganas de comer, al igual que el hambre, se manifiestan gradualmente.

3. ¿Cómo se manifiestan?

Ambas se manifiestan por etapas, aunque pasar de una etapa a otra ocurre más rápidamente cuando sientes ganas de comer.

El nivel leve es cuando apenas detectamos que queremos algo, es esa sensación que nos distrae y que nos obliga a pensar en comer algo.

Cuando las ganas de comer son moderadas sentimos mucho deseo de tener algo en la boca, esto es muy importante notarlo porque es un diferenciador del hambre. El hambre es una sensación más abdominal, el vacío se siente en él; en cambio las ganas de comer provocan una sensación más bucal: lo que queremos es masticar, chupar y saborear. Empezamos a tener pensamientos sobre ese antojo, lo cual genera que comencemos a salivar sintiendo inquietud en el cuerpo y falta de concentración.

Las ganas de comer se manifiestan como el antojo de un sabor o un alimento en específico. No es que queramos hacer una comida formal, sino más bien queremos algo dulce o crujiente o salado-picoso. Un chocolate, papas fritas o un refresco, cualquiera que sea nuestra botana favorita.

Si pasamos a la siguiente etapa que es la intensa, en este punto las ganas de comer son tan grandes que se activa la respuesta al estrés y entonces sentimos ansiedad, irritabilidad y desesperación. Empiezan pensamientos obsesivos sobre nuestro antojo, experimentamos emociones intensas e incluso podemos empezar a sudar y a sentir un malestar general en el cuerpo. Esta molestia suele ser tan incómoda que nos impulsa a conseguir el alimento a como dé lugar y a comer aprisa y generalmente en grandes cantidades.

Las ganas intensas de comer pueden desencadenar picoteo y atracones, esto proporciona un alivio temporal a esta ansiedad, pero al final muchas veces causa molestia física y malestar emocional como arrepentimiento o culpa.


4. ¿Cómo puedo manejar las “ganas de comer”?

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Auto observarse es el primer paso para darte cuenta si comes por “hambre” o por “ganas de comer”.

  • Auto observarse para ver si esas ganas de comer vienen por lo emocional o por lo físico. Si detectas que es para regular alguna emoción desagradable, busca otras maneras de gestionarlas.

  • Haz una pausa cuando empieces a sentir ganas de comer y pregúntate: ¿cómo me siento?, ¿qué es lo que en verdad necesito?, ¿realmente necesito comer? En esos momentos aún tienes conciencia como para descifrar lo que sientes y definir que necesitas y entonces decide si comes o no y si comes qué vas a comer y cómo lo quieres hacer.

  • Verifica qué tanto disfrutas la comida que comes, es decir, si comes por mero trámite con comida que no te sabe rico o no te gusta, para que hagas cambios con comida que sí disfrutes.

  • Consume alimentos que te nutran y que además te gusten y así estarás satisfaciendo el hambre corporal y el deseo de experimentar placer.

  • Evita comer rápido y distraído en lugar de eso come con atención plena, es decir, lento y atento, comiendo con los 5 sentidos y sin distracciones como el celular o la televisión.

  • Cultiva el placer en otras áreas de tu vida, identifica y lleva a cabo esas actividades placenteras que disfrutes.

  • Haz nuevas asociaciones funcionales, por ejemplo, al ir al cine y optar por disfrutar tranquilamente la película sin comer palomitas.

Date cuenta que si te pasa esto, puedes hacer estos cambios positivos en tu conducta alimentaria o buscar ayuda profesional.
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